
Hoy Argentina detiene su marcha para mirar hacia atrás, pero no como ejercicio de nostalgia, sino como acto de conciencia. Este día no es un mero recuerdo del pasado; es una interpelación al presente. Porque la memoria no es ancla: es brújula.
Hace 49 años comenzaba en nuestro país la última dictadura cívico-militar, un régimen que instauró el terror como método de control social y que desapareció, torturó y asesinó a miles de personas. Treinta mil vidas truncadas. Treinta mil historias interrumpidas.
Frente a quienes sostienen que ya es hora de «dar vuelta la página», afirmamos convencidas que no se puede cerrar un libro cuya historia aún no fue contada en su totalidad.
La memoria histórica es esencial porque no se puede construir democracia sobre el olvido. La justicia, la paz y los derechos no florecen en terreno baldío. Necesitan raíces. Y esas raíces se llaman verdad, reconocimiento, reparación. Cuando se niega o se minimiza el horror, se ofende a las víctimas y se fortalece el discurso de quienes relativizan el terrorismo de Estado. Reconocer lo que ocurrió, dar nombre y rostro a quienes ya no están, es una forma profunda de reparación colectiva. El silencio, en cambio, perpetúa la herida. Hay quien habla de dejar la historia en manos de historiadores, sin embargo, es fundamental reconocer que la memoria es tarea de todas y todos. Está en las aulas, en los barrios, en nuestras familias, en nuestras redes. Se transmite, se enseña, se discute, se resignifica. Es patrimonio del pueblo. De hecho, los juicios a los genocidas, el trabajo incansable de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, la restitución de identidades robadas, la creación de espacios de memoria y la educación en derechos humanos, son frutos de luchas colectivas que hoy están siendo amenazadas.
Que este 24 de marzo no sea solo una fecha en el calendario.Convirtámoslo en una oportunidad real para encontrarnos, pensar juntas, juntos y recordar activamente. Hablemos del tema con quienes tenemos cerca y elijamos gestos sencillos que de verdad nos conecten con la memoria.
Por quienes ya no están, por quienes siguen buscando, por quienes vendrán:
Que la memoria sea semilla. Que la justicia sea horizonte.