La Fe que Traiciona a las Víctimas

El 27 de febrero de 2025, frente al juzgado de Reconquista se llevó a cabo la audiencia de apelación en el caso de César Manuel Lebus. Un grupo de personas se reunió para rezar el rosario junto a la estatua de la Virgen María. Portaron carteles en apoyo al abusador para deslegitimar el testimonio del niño, quien relató los abusos en la Cámara Gesell.

¿Cómo es posible que la Iglesia defienda al abusador y no a las y los  niños, cuando el mismo Jesús les protegía?

Jesús no solo les valoró, sino que los puso en el centro de su mensaje. Mientras la sociedad de su tiempo les veía como seres sin importancia, él los abrazó, los bendijo y los convirtió en ejemplo de fe y humildad. Defendió su dignidad cuando los adultos los ignoraban y condenó con dureza a quienes les hicieran daño, diciendo que más les valdría ser arrojados al mar con una piedra atada al cuello (Mateo 18:6).

Observamos, además, cómo se acusa a la madre de “inocular” ideas en la mente del niño, sugiriendo que ella fabricó las denuncias. Esta es una estrategia clásica de los abusadores, que buscan desacreditar a la víctima y desplazar la culpa. No solo se deslegitima la voz del niño, sino que también se perpetúa la culpabilización de la mujer, una práctica que Jesús mismo desafió en su tiempo.

Jesús, en un contexto profundamente patriarcal, desafió las normas sociales y defendió a las mujeres, restaurando su dignidad y reconociéndolas como sujetas plenas. Protegió a la mujer acusada de adulterio, sanó a la que sufría hemorragias, dialogó con la samaritana, y fue el primero en confiar en las mujeres como testigos de su resurrección. Si Jesús defendió a las mujeres y a las y los  más vulnerables, ¿por qué hoy muchos cristianos y cristianas eligen ponerse del lado del agresor en lugar de escuchar y proteger a quienes más lo necesitan?

Es doloroso enfrentar la realidad de tener a un ser querido como abusador; negar los hechos y culpar a la madre puede parecer una salida más sencilla que aceptar la verdad. Sin embargo, esto no justifica silenciar la voz de las y los niños ni perpetuar la impunidad. La negación solo profundiza el daño y deja desprotegidas a las verdaderes víctimas. ¿Acaso el amor por un agresor puede pesar más que la justicia y el bienestar de un niño víctima de abuso?

Este no es un caso aislado en Reconquista. En 2019, el sacerdote Néstor Monzón fue juzgado por abuso sexual gravemente ultrajante contra una niña y un niño de tres años. La Iglesia ha protegido a múltiples abusadores, ignorando su responsabilidad con los más vulnerables y traicionando las enseñanzas de Jesús. Muchos de estos agresores se hacen llamar «padre», cuando el mismo Jesús enseñó: «No llamen ‘padre’ a nadie en la tierra, porque uno solo es su Padre, el que está en los cielos» (Mateo 23:9).

Es hora de recuperar el verdadero mensaje de Jesús: un mensaje de justicia, amor y defensa de les más débiles. No hay fe posible si se sostiene sobre la impunidad y el silencio. ¿De qué lado elegiría estar Jesús?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *