Estos días se habla de la reforma laboral presentada por el gobierno de Argentina. Una reforma que beneficia claramente a las empresas, deja indefensos a los trabajadores y, especialmente, a las trabajadoras.
¿En qué nos perjudica esta reforma laboral?
Para empezar, cambian las licencias por maternidad, si antes teníamos derecho a 30 días antes del parto para cuidarnos y cuidar del bebé, ahora solo tenemos 10.
Los y las empresarias pueden despedirnos por causas discriminatorias o por cualquier motivo insignificante. Y si reclamamos, somos nosotras las que tenemos que demostrar que nos han despedido injustamente y sin motivo alguno, lo cual en la práctica, es difícil, porque suele escucharse la voz del empresario más que la del trabajador, sobre todo si es mujer.
Antes, trabajadores y trabajadoras estaban protegidos por una regla que obligaba a las empresas a contratar en blanco, y así hacer los aportes correspondientes de sus empleados. De lo contrario, se enfrentaban a una multa. Con la nueva ley, desaparece la multa, por lo que las empresas pueden contratarnos en negro, dejándonos indefensas y sin derechos sociales esenciales.
La peor parte de esta propuesta laboral vuelve a recaer en nosotras. Según los datos del Ministerio de Economía de 2022, el 97’5% de las personas que trabajan en empleo doméstico son mujeres. Solo el 21’8% están debidamente registradas. A partir de ahora, con la llamada ‘Flexibilización del mercado laboral’ no existe obligación de registrar a las empleadas, dejándonos desprotegidas y sin beneficios sociales básicos.
Además, se aprueba la desregularización de los salarios. ¿Qué significa esto? A partir de ahora, cada empleador/a decide cuánto puede pagarle a los y las empleadas. No hay salario mínimo legal. Así que pueden exigirnos trabajar por muy poco dinero. Es decir, nos pueden explotar legalmente.
Todas estas medidas benefician claramente a las empresas y debilitan los derechos de los y las trabajadoras que quedan más vulnerables a la explotación y al abuso por parte de las empresas. Una vez más, las mujeres somos las más afectadas, al tener que negociar salarios justos en un entorno laboral que nos desprotege.
