El Poder Judicial y el Poder del Bla, Bla, Bla

Publican una invitación abierta en Reconquista para una disertación sobre denuncias falsas de abuso sexual infantil, a cargo del psicólogo Pablo Martínez Soares de Lima, defensor del Síndrome de Alienación Parental (SAP), coordinada por la psicóloga Estefanía Berroni, quien estuvo en la defensa de César Lebus, acusado de abusar sexualmente de sus propios hijos. En este caso, la defensa, con la colaboración de Berroni, presentó la teoría del SAP, acusando a la madre de inocular en la mente de sus hijos la idea del abuso sexual, lo que llevó a que el testimonio de los niños fuera desestimado como falso.

En la sentencia absolutoria, los jueces detallaron los currículums de Martínez Soares y Berroni, con menciones de cursos y especialidades por aquí y por allá, con experiencias varias, especialistas en esto y lo otro, con estudios sobre la materia y bla bla bla. Tal vez por eso, se creen con la autoridad de decir a un niño que miente. Un niño de 9 años que, tras un largo proceso con su psicóloga clínica, se animó a hablar en la cámara Gesell.

Es evidente que esta disertación de Martínez Soares tiene como objetivo justificar la absolución del abusador Lebus y desestimar el testimonio del niño, su propio hijo. Sin embargo, surgen otras preguntas a raíz de esta convocatoria.

En un contexto donde el abuso infantil en Santa Fe es alarmante, el gobierno provincial ha tomado medidas concretas, como la implementación de la Línea 102, que ha recibido numerosas denuncias de maltrato físico, psicológico y abuso sexual infantil. Además, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), junto con el Ministerio de Justicia y UNICEF, ha organizado mesas territoriales para mejorar la respuesta institucional ante casos de abuso infantil. Aunque queda mucho por hacer, se valora el esfuerzo del gobierno y las organizaciones para proteger a las infancias en Santa Fe.

En un marco como este, ¿por qué este evento en contra de todo este esfuerzo de protección a las infancias? ¿Por qué esta disertación a favor del SAP, que favorece a los abusadores y desprotege a las niñas y niños? Es más, resulta sorprendente que esta disertación esté coordinada por psicólogos, cuando la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FEPRA) desaconseja el uso del SAP en procesos judiciales. Se ha comprobado que el SAP ha sido empleado de manera dañina para invalidar denuncias de abuso sexual infantil, favoreciendo a los perpetradores y causando una revictimización de las víctimas.

Todavía es más sorprendente la falta de consideración al Código de Ética de FEPRA. En su artículo 3.5, se afirma textualmente que las y los psicólogos “No aplicarán o indicarán técnicas ni teorías psicológicas que no sean avaladas en ámbitos científicos, académicos o profesionales reconocidos.” Es por ello que la FEPRA rechaza SAP puesto que no tiene respaldo científico y su uso es contrario a la ética profesional y las leyes de protección de la infancia. Entonces, ¿cómo se explica que Martínez Soares diserte sobre SAP y falsas denuncias, y que Berroni coordine este evento? Obviamente, en la narrativa de la sentencia no se utiliza el término SAP explícitamente, pero sí se explica toda su teoría aplicada a la defensa del abusador, como que los relatos de las víctimas son co -construcciones que parten de la madre alienadora y que la madre inocula ideas negativas en la mente de los niños en contra del progenitor.

Nuestras preguntas no terminan aquí.

¿Por qué se va a llevar a cabo el evento en la UTN? ¿Qué vínculo tiene esta disertación con la ingeniería y la industria? ¿A quién le puede interesar un tema como las denuncias falsas de abuso infantil en un lugar así?

Y la gran pregunta:

¿Quiénes realmente se benefician de estas charlas que promueven el SAP?

La respuesta parece clara: los abusadores ya denunciados y aquellos que temen ser expuestos por los abusos sexuales que cometen contra nuestras niñas y niños. Este falso síndrome, utilizado en los tribunales por ciertos psicólogos, sirve como un escudo para deslegitimar las denuncias de las víctimas.

También debe servir de escudo a familiares o conocidos de estos abusadores, que en apariencia, se muestran agradables y respetables en sus lugares públicos. Pensarlos en la intimidad usando a niños y a niñas como objetos de su placer sexual es tan doloroso, que es más fácil negar la realidad y aferrarse a la idea de que las madres inventan estos relatos.

Para construir la sociedad que anhelamos necesitamos organismos públicos que organicen talleres, disertaciones, charlas formativas, en lo que respecta a esta temática, con el fin de que podamos proteger a los niños y niñas de los abusos sexuales. Formación que nos permita identifica, señalar y condenar a los abusadores, sin importar los apellidos ni clase social que tengan. Es esencial que las generaciones de psicólogos y psicólogas que están y que vendrán se vayan formando sabiendo que toda su trayectoria profesional estará al servicio de personas a las que se vulneran sus derechos. Estudiamos y nos formamos para dar un mejor servicio a la sociedad, no para usar nuestras titulaciones y experiencias laborales para colaborar en juicios donde los abusadores salgan absueltos de sus delitos.

Todos y todas podemos ser agentes de cambio, uniendo nuestras fuerzas para garantizar que los más vulnerables de nuestra sociedad sean escuchados y protegidos. No podemos permitir que el sistema judicial, junto con ciertas interpretaciones desacreditadas de algunos profesionales, silencie las voces de estos niños y niñas. Tenemos leyes y derechos que protegen a nuestros niños y niñas, y es nuestra responsabilidad colectiva asegurarnos de que se apliquen efectivamente. Este es el momento de actuar, de dejar de lado el «bla bla bla» para escuchar lo que importa en estos casos: las voces de los niños y niñas que denuncia estos abusos. No debemos centrarnos en el currículum de los psicólogos que defienden al agresor utilizando el SAP, sino en la palabra del niño, que debe ser considerada como la máxima autoridad.

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