ESI: tres letras que transforman escuelas, vidas y futuros

Si hay algo que emociona profundamente, es escuchar a un o una docente contar cómo su aula cambió cuando empezó a trabajar con ESI. Cambió el clima, las charlas, los vínculos. Cambió su forma de mirar. Y también la forma en que sus estudiantes se ven a sí mismes.

No exageramos cuando decimos que quienes enseñan ESI están cambiando vidas. Porque con cada espacio que abren para hablar del cuerpo, de los afectos, del consentimiento, del respeto y de la diversidad, están dando herramientas para vivir mejor. Para prevenir abusos. Para cortar con la violencia. Para construir vínculos sanos. Para que cada estudiante sepa que tiene derecho a ser quien es.

¿Pero… qué es la ESI?

La Educación Sexual Integral es una política pública que existe en todo el país desde 2006, gracias a la Ley 26.150. Esta ley dice, claramente, que todas las personas que estudian en cualquier escuela argentina —estatal o privada, laica o confesional— tienen derecho a recibir educación sexual integral desde el nivel inicial hasta el nivel superior. Y no es una “opinión”. Es un derecho humano, apoyado en tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño y la CEDAW. La ESI no es una materia, ni un taller suelto. Es una forma de enseñar que atraviesa todas las áreas, y que busca que estudiantes de todas las edades aprendan sobre su cuerpo, sus emociones, sus derechos y su diversidad.

Sus cinco pilares son:

  • Cuidado del cuerpo y la salud: reconocer los cambios del cuerpo, cuidarse, prevenir abusos y enfermedades.
  • Ejercicio de los derechos: saber que tienen derecho a decir “no”, a pedir ayuda, a no ser discriminades.
  • Perspectiva de género: cuestionar estereotipos, entender cómo funcionan las desigualdades y construir relaciones más justas.
  • Respeto por la diversidad: aceptar y celebrar que hay muchas formas de ser, de amar, de vivir.
  • Valoración de la afectividad: hablar de emociones, vínculos, sentimientos, desde el respeto y la empatía.

¿Por qué es tan importante?

Porque la ESI previene la violencia, ayuda a detectar situaciones de abuso, rompe silencios que duelen, construye autoestima y vínculos sanos. Porque enseña a mirar al otre con respeto. Porque legitima lo que sentimos. Porque cuida. Porque habilita. Porque repara. Y porque en cada aula donde hay ESI, hay más libertad, más confianza, más salud, más justicia.

A quienes ya la enseñan: GRACIAS

Gracias por el compromiso. Gracias por el amor. Gracias por animarse a enseñar lo que durante décadas fue silenciado. Su trabajo deja huellas que duran toda la vida.

A quienes aún no pueden enseñar ESI como quisieran, sabemos que no siempre es fácil.

Sabemos que hay centros educativos donde la propia dirección no facilita, desalienta o directamente impide trabajar con la ESI. Lugares donde todavía persiste la idea equivocada de que se trata de una ideología, de una imposición política o de un adoctrinamiento.

Frente a eso, queremos decir algo claro y firme:
la ESI no pertenece a un partido político ni es una moda.
Es una ley. Es un derecho. Es una herramienta para cuidar a nuestras infancias y adolescencias.

Y aun cuando el contexto sea difícil, siempre hay algo que se puede hacer. Una conversación, una lectura, una pregunta que habilite, una actividad que hable de afectos, de cuidado, de respeto.
No hace falta exponerse ni enfrentarse directamente. A veces, sembrar con sutileza también es resistir.

Porque no hay una única forma de enseñar ESI.
Y porque hay muchas personas, como vos, haciendo lo que pueden, desde donde pueden.

Hay materiales, hay redes, hay comunidad. Y sobre todo, hay un deseo compartido de construir escuelas donde nadie tenga que esconder quién es ni callar lo que le pasa.

Y sobre todo, hay estudiantes esperando que les habilitemos esas palabras, esas miradas, esa posibilidad de vivir con más libertad.

La ESI no impone, habilita. No adoctrina, libera. No dice cómo vivir, enseña a cuidarse y respetar.

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